El orden liberal internacional que nos dimos en 1945 (libertades, democracia representativa, economías abiertas, multilateralismo) predica el respeto a la integridad territorial de los países y condena tanto las correcciones manu militari de estas fronteras como los referenda de secesión contrarios a las Constituciones nacionales. Rusia nunca ha comulgado con estos principios, porque su política exterior -la de los zares blancos y la de los zares rojos- siempre ha estado inspirada por una idea central: mantener a sus adversarios lejos de sus fronteras.