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En Ucrania se está librando una nueva gran batalla por la civilización, que será determinante para el futuro de Europa y de la humanidad. Este acontecimiento, junto con la pandemia (aun no superada), la crisis financiera y del euro, la inestabilidad en el Mediterráneo y Oriente Medio, y el Brexit, así como tendencias estructurales como el calentamiento del planeta, la digitalización, las migraciones y las desigualdades, clausuran la era que comenzó con la aprobación del Tratado de Lisboa en 2007 y llaman a impulsar más la integración europea. Para que Europa siga siendo la parte del mundo que mejor combina libertad política, prosperidad económica y justicia social, hoy, como en 1950, necesitamos esfuerzos creadores a la altura de los retos y peligros que enfrentamos.
