La década de los noventa se ha iniciado bajo el signo del cambio vertiginoso en diversos puntos del planeta. Esta cadena de transformaciones tiene para América Latina un significado ominoso: la continuidad de su declive económico. Este proceso surgido de un periodo crítico -la década de los noventa- ha sido definido por la CEPAL como "el decenio perdido para el desarrollo"; retraso que no sólo representa la corroboración de una crisis económica, sino también política e ideológica.