La sociología latinoamericana ha sufrido cambios sustanciales en las últimas tres décadas. De un discusión que tuvo como temas centrales la dependencia y la revolución en los años sesenta y comienzos de los setenta, se ha pasado en los ochenta al análisis de los movimientos sociales y de la transición a la democracia. El paso de una a otra temática no ha sido un fenómeno accidental. Responde a cambios sustantivos en las condiciones políticas de América Latina, en las instituciones dedicadas a la producción intelectual y en las modificaciones que se han producido en los cuerpos teóricos y metodológicos con los cuáles enfrentar el análisis, al tiempo que supone nuevas formas de vinculación de la teoría con la política.