El presente caso es uno de los más importantes del periodo moderno de la Corte Suprema de los Estados Unidos que, definiendo la competencia penal, establece políticas indígenas. La sentencia de la Corte Suprema en McGirt vs. Oklahoma establece el principio que los estados y el gobierno federal deben acatar los tratados de larga data con las naciones indígenas, reforzando al mismo tiempo –y tangencialmente– los títulos colectivos indígenas a la tierra. Si la reserva de tierra indígena va a ser suprimida, debe hacerse explícitamente por una ley del Congreso, no por la voluntad del estado ni de los gobiernos locales. Las consecuencias inmediatas de la sentencia comprenden nuevas obligaciones estatales para Estados Unidos y la revitalización de las competencias de la Nación Creek (Muscogee) sobre la tierra indígena, incluyendo a población no indígena. A largo plazo, este caso puede abrir la puerta para que otras naciones indígenas desafíen la absorción de competencias indígenas por parte de los estados.
One of the most important modern United States’ Supreme Court cases involving indigenous politics centers on the problem of defining criminal jurisdiction. The Supreme Court’s decision in McGirt v Oklahoma advanced the principle that both U.S. state and federal governments must abide by longstanding treaty agreements with tribal nations, strengthening –tangentially– the collective titles to Indian lands. If an Indian reservation is to be suppressed, it must come via an explicit act of Congress, not the will of state or local governments. The immediate consequences of this decision are a renewed sense of legal duty toward treaty obligations for the United States and the reinvigoration of Muscogee (Creek) Nation jurisdiction over tribal lands, including over non-indigenous people. In the long run, this case stands to open doors for other tribal nations to challenge state absorption of tribal jurisdictions.