Alicia García Herrero
China fue la primera economía en sufrir la pandemia de la COVID-19, pero también fue el primer país en salir de la misma, aunque la fuerte recuperación ha tenido poco recorrido dado que China está entrando en una rápida desaceleración cíclica que contribuye a incrementar una desaceleración de tipo estructural.
Más allá de las perturbaciones económicas a corto plazo, las consecuencias de la pandemia podrían afectar al crecimiento a medio plazo debido a una aceleración del crecimiento de la deuda y de riesgos financieros. Yendo más allá, la desaceleración estructural de China está encaminada a acentuarse debido al envejecimiento de la población y a la rápida desaceleración de la productividad del trabajo. Además, el rápido deterioro de la situación exterior, sobre todo con los Estados Unidos, también va a ser un elemento que dificulte el crecimiento de China. Por último, el nuevo mantra chino de «prosperidad compartida» también tiene una importante influencia en las perspectivas de crecimiento futuro en China.
China’s economy was the first to suffer from the COVID-19 pandemic but also the first to recover. However, its strong recovery has been short lived as China is entering a rapid cycle of deceleration, which is speeding up its structural one. Beyond the short-term economic shocks, the consequences of the pandemic could impact medium-term growth due to the acceleration of rising debt and financial risks. Looking beyond, China’s structural deceleration is bound to intensify due to its aging population and a rapid slowdown in labor productivity. Also, the radically deteriorating environment with foreign countries, notably with the US, will also hamper China’s growth. Finally, China’s new “common prosperity” mantra also has an important bearing on China’s growth prospects.