Han pasado poco más de sesenta años desde que el 4 de octubre de 1957, el primer satélite artifi cial fuera puesto en órbita por una de las dos superpotencias del momento, la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Este hecho supuso un hito en la historia de la humanidad y abrió el camino a la exploración de un entorno que permanece hoy en día altamente desconocido. Si bien el objetivo de aquel satélite precursor, “Sputnik I” era declaradamente científi co, para el estudio de la atmósfera y de la propagación de las ondas de radio, el programa espacial ruso tenía un objetivo estratégico como era adelantar a los americanos, en fuerte competencia para ser los primeros en dar el salto al espacio exterior.