Alain Garrigou
Filtradas por la fórmula del apadrinamiento por parte de los representantes electos locales, las declaraciones de candidatura se multiplican de cara a las presidenciales francesas de 2022. Sin embargo, el proceso de selección de los candidatos, otrora privilegio exclusivo de los partidos, se ha visto perturbado desde hace unos quince años por la omnipresencia de los sondeos de intención de voto, que algunos sitúan en el centro de su estrategia. ¿Sale de ello beneficiada la democracia?