Las desigualdades sistémicas de la estructura de la Organización de las Naciones Unidas desde su creación limitan la eficacia y eficiencia del Consejo de Seguridad. No obstante, tras 75 años de práctica y de lecciones aprendidas, es posible identificar oportunidades para que cualquier Estado mejore sus métodos de trabajo, de transparencia y de rendición de cuentas.