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La industria olivarera española se enfrenta, desde hace tiempo, a una serie de problemas, cuya única solución pasa por aumentar la rentabilidad del producto sin perder su calidad característica. Ello implica abordar diferentes frentes: la promoción del consumo de aceite de oliva tanto dentro como fuera del país, la modernización de las explotaciones agrarias para que sean más competitivas y la atención a las nuevas tendencias, asociadas, por ejemplo, al creciente interés por la sostenibilidad o la salud. Las estrategias necesarias para lograrlo requie- ren tener un proyecto claro y un rumbo definido y contar con un buen gobierno corporativo, que marque las reglas, los procesos y la forma de actuar
