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Agustín Serrano de Haro Martínez 
El artículo aspira a formular cinco leyes de esencia que sirvan para caracterizar la peculiar temporalidad inmanente del dolor físico. Las tres primeras son comunes a numerosas vivencias de conciencia: carácter cursivo del dolor, o no instantaneidad del fenómeno; carácter actual del doler, en el sentido de que el curso retencional previo no se agrega aditivamente a la impresión doliente; carácter cambiante de todo pro-ceso doloroso, que nunca para quieto. La cuarta ley hace alusión a cómo el presen-te doloroso no se integra con su propio pasado en un despliegue coherente, sino que más bien da lugar a un ahora largo que fluye con torpeza, estancado sobre sí a la vez que excitado o urgido. Los dolo-res no carecen de “figura temporal”, pero ésta se descompone a cada momento y es esencialmente arrítmica. La quinta ley asume una particular contingencia en la duración efectiva de los dolores, que igual de bien pueden ser efímeros, bre-vísimos, o inacabables. Las dos últimas leyes, profundamente “anti -musicales”, permiten hablar de una temporalidad amorfa del sufrimiento
The article aims at formulating five essential laws that could serve to characterize the peculiar immanent temporality of physical pain. The first three laws are common to numerous experiences of consciousness: cursive nature of pain, or no instantaneousness of the phenomenon; current nature of pain, in the sense that the previous retention course is not additively added to the suffering impression; changing character of every painful process, which never stays still. The fourth law refers to how the painful present does not integrate its own past in a coherent display, but rather results in a long now that flows awkwardly, stagnant over itself while excited or urged. Pain do not lack a “temporary figure”, but it decomposes time at every moment and is essentially arrhythmic. The fifth law assumes a particular con-tingency in the effective duration of pain, which may be equally short -lived, brief, or endless. The last two laws, deeply “anti -musical,” allow us to speak of an amorphous temporality of suffering.
