El final de la presidencia de Donald Trump no acabó con los excesos que la acompañaron. Sus adversarios siguen presentando al expromotor inmobiliario como un peligro vital que requiere de una movilización constante. Hasta el punto de que la analogía con Adolf Hitler se ha vuelto corriente, también entre aquellos que son conscientes del poder de las palabras. Semejantes excesos apuntan a un objetivo, pero ¿a cuál?