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Carlos Ramírez Sánchez-Maroto
La Estrategia de Economía Circular está en consonancia con las importantes iniciativas internacionales recientes para salvaguardar un medio ambiente saludable, como el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible o la Declaración Ministerial de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente “Hacia un planeta sin contaminación”, acordada en diciembre de 2017 en Nairobi. Es coherente, a su vez, con las líneas de actuación promovidas en el marco de la Unión Europea, como el Pacto Verde Europeo, y los dos Planes de la Comisión Europea en este ámbito, “Cerrando el Círculo: un Plan de Acción de la UE para la Economía Circular” de 2015 y “Un nuevo Plan de Acción de Economía Circular para una Europa más limpia y competitiva” de 2020, además de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
La adopción de la nueva Estrategia está prevista en la Agenda del Cambio, adoptada por el Gobierno español en febrero de 2019 como hoja de ruta para reformas precisas para el crecimiento sostenible e inclusivo, y también en la Declaración de Emergencia Climática y Ambiental aprobada en enero de 2020, que la incluye entre las líneas de actuación prioritarias.
La Estrategia Española de Economía Circular, intenta poner las bases para promover un nuevo modelo de producción y consumo en el que se minimice la generación de residuos y se utilicen los que no se pueden evitar en la medida de lo posible. En este contexto, la Estrategia establece directrices estratégicas como decálogo e indica una serie de objetivos cuantitativos que se alcanzarán para 2030, que incluyen mejorar la eficiencia del agua en un 10%.
La reutilización del agua en diversos sectores de la economía, como la agricultura o la industria, es una oportunidad para impulsar la economía circular a medio plazo.
