Pocos artistas conocieron el esplendor y la caída, el éxito y la derrota como Oscar Wilde. Al final de sus días, al gran dandy londinense, el autor venerado por el público, el vividor inagotable y genial conversador, le esperaba la cárcel de Reading, la deshonra y luego el exilio.
Su vida se nos aparece casi como una fábula, en la cual la excitación de vivir es finalmente castigada por la moral pública. Wilde cometió el error de intentar enmendar ésta en su imposible batalla legal contra el Marqués de Quensberry. En el siguiente artículo damos cuenta del juicio al cual fue sometido y sus trágicas consecuencias.
Wilde encarna como pocos el concepto del ángel caído.