La política en América Latina cuenta con rasgos muy heterogéneos, asentados en las últimas décadas, que han contribuido a definir con bastante nitidez sus principales líneas maestras fijadas de manera dinámica. El resultado son países donde prima el presidencialismo, así como ciertas tensiones en los procesos descentralizadores con profundas diferencias en lo que atinente al grado de calidad de sus democracias (Alcántara, 2020).