El Juez es una figura nuclear para la aplicación y la interpretación del derecho dentro de nuestra cultura occidental. Sin jueces, sin leyes, no hay seguridad jurídica, no hay estado de derecho, no hay democracia... Es preferible mil veces ser esclavo de la voluntad de la ley, a ser esclavo de la voluntad de otros seres humanos, de líderes, de profetas y visionarios... Esa es la grandeza de nuestro sistema. Por eso, la manera de regular el acceso a esta profesión reviste una importancia siempre cuestionada. Se parte de la base de que no hay ningún sistema de selección claramente justo u objetivo. La valoración de la oposición libre como sistema de acceso a la carrera judicial es moderadamente positivo. Frente a concursos-oposición, libre designación y otros sistemas mucho más subjetivos, la oposición libre, sitúa a todos en un punto de partida similar. El sistema actual de acceso, es un sistema mixto que combina ambos posicionamientos y en función de quien detenta el gobierno, intenta potenciar uno u otro sistema. La oposición libre garantiza más que ningún otro sistema, el mérito, la igualdad y la capacidad y es el sistema menos ineficiente de acceso a la carrera judicial. El problema, es que se necesitan al menos tres o cuatro años para estar preparado, y además es costoso (preparación y tiempo invertido). Por ello, es preciso potenciar aún más el sistema de becas y otras medidas que faciliten a todos el acceso a la preparación y que la Universidad sirva de puente y caladero de aspirantes para trabajar en la función pública.