En entornos inciertos como el actual, percibir el cambio como un juego pue-de ayudar a las organizaciones a impulsar ideas radicalmente novedosas y a desarrollar nuevas formas de comportamiento organizacional. Jugando podemos ensayar nuevas conductas, desarrollar pensamientos distintos y liberarnos de los patrones culturales más arraigados; además, lo pasamos bien. Por ello, adoptar una actitud “playfulness” en las empresas puede contribuir a que las personas se adapten con rapidez a circunstancias variables y aprendan a resolver problemas de forma creativa. Y es que el carácter lúdico potencia nuestra capacidad de adaptación y propicia unas relaciones sociales más positivas y un mayor autoconocimiento.