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Manuel Alberto Sánchez Soler
España y Francia son dos países con una cultura empresarial similar. Hasta el primer decenio del siglo XXI, en ninguno de los países la lucha contra la corrupción se ha enfocado en la prevención de riesgos por parte de las personas jurídicas. En los últimos años ambos países han situado a la empresa como un actor esencial en la lucha contra actividades delictivas, y en concreto en la lucha contra actividades que den lugar a actos de corrupción, si bien han emprendido caminos distintos para lograr ese objetivo. A través del presente artículo se analizan las medidas adoptadas a uno y otro lado de los pirineos, al objeto de evaluar los aspectos más eficaces que ambos países han llevado a cabo y proponer medidas futuras para lograr el objetivo marcado.
