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Ceferino de Blas
Pocas sociedades como la viguesa deben tanto a la prensa. No solo alberga el periódico y la revista profesional más antiguos de España, sino que ha visto nacer centenares de publicaciones cuya influencia en sus ciudadanos ha sido enorme. Incluso se escucha el curioso dicho, referido al periódico decano, que algunos antiguos lectores se arrogan con orgullo: "Yo he aprendido a leer en Faro de Vigo".Por estas y otras razones puede denominarse a Vigo la ciudad del periodismo.
Un fenómeno que contrasta con la realidad de la ciudad, de urbanización tardía, pero muy rápida. Por lo que no acopió el natural sedimento cultural e histórico que acumularon otras ciudades cuyo crecimiento fue un proceso continuado a lo largo de los siglos. Es una de las paradojas que depara la cultura viguesa que, desde el siglo XIX, ha sido cuestiona da, por la en teoría peculiaridad economicista de la ciudad, por ser comercial e industrial, y mostrar un escaso interés por las artes y la intelectualidad. Pero el cúmulo de periódicos y revistas que se editaron en la ciudad, desde 1853, demostrarían el interés por la lectura, y en definitiva, por el contenido literario e intelectual de la prensa.
