Javier de Donesteve Goyoaga, Jaime de las Heras Trejo
Cuando nos referimos al protocolo social lo hacemos a la forma, o quizás mejor dicho “a las formas”, de comportamiento en nuestras relaciones sociales, ya sea en el ámbito particular, laboral o en todas aquellas situaciones en las que interactuamos con otras personas. El ser humano, como animal social, se relaciona con otros semejantes y precisa de unos códigos de conducta en cada uno de los ecosistemas en los que se mueve, incluso en el de las relaciones electrónicas. De esta forma, todos los días, de forma intencionada o inadvertida, empleamos el protocolo social. Cómo dirigirnos a los demás, comportarnos de forma correcta y cortés o vestir adecuadamente son claros ejemplos de ello y transmiten una imagen de la persona y por extensión de la institución a la que pertenece. Para todo ello hay reglas, escritas o no, que trataremos de repasar.