La vida no es el supremo bien. El antiguo hispano pierde la vida con entusiasmo patriótico, como los cántabros en la cruz y los numantinos en suicidio colectivo; la pierde por cumplir los altos deberes de fi delidad, no sólo individual, sino también ciudadana e internacional, como en el sacrifi cio de Sagunto.Ramón Menéndez Pidal. Los españoles en la historia (1947).