A pesar de una mayor atención a la corrupción, esfuerzos varios en reformas, y una búsqueda por la democratización en las últimas décadas, la corrupción sigue aferrada por todo el mundo. Gran parte de las investigaciones realizadas sobre corrupción subrayan una relación inversa entre esta, el estado de derecho, y la democracia. En vez de concentrar la atención sobre las relaciones entre estas tres variables, la nota actual se enfoca en los debates contenciosos en la literatura sobre cómo definir estos conceptos claves, y las definiciones encon¬tradas. El análisis destaca las distintas definiciones, tanto en sentido amplio como en estricto de cada uno de los tres conceptos, así como identificar el énfasis compartido sobre la limitación del poder del estado y su uso de criterio ambiguo para demarcar las fronteras conceptuales. Dentro de los debates, los tres concep¬tos esencialmente fundamentan los límites del poder estatal en ideas como jus¬ticia, igualdad, y el bien común o público. El argumento principal aquí es que en muchos casos esto resulta en la coincidencia conceptual produciendo fronteras borrosas. Según la definición estricta o amplia que se utilice, la corrupción se puede ver como incorporada dentro de la noción del estado de derecho, la cual, a su vez, está envuelta dentro del concepto de democracia. Los componentes compartidos pueden crear tautologías y oxímoros, complicando cuestiones teó¬ricas entre los tres: ¿Es posible que un país sufra altos niveles de corrupción y también contar con un estado de derecho fuerte? O, ¿puede contar con altos niveles de corrupción, como corrupción electoral, y al mismo tiempo, ser una democracia? En adición, las coincidencias conceptuales complican cualquier investigación empírica sobre las relaciones entre la corrupción, estado de derecho y democracia por la posibilidad de endogamia. Ilustro este problema haciendo notar cómo en algunos casos los índices de la democracia incluyen mediciones del estado de derecho o corrupción. Desagregar estos conceptos también resalta otras inquietudes y retos analíticos.
Despite heightened attention to corruption, multiple reform efforts, and democratization in the past few decades, corruption remains stubbornly per¬sistent throughout the world. Much of the research on corruption highlights an inverse relationship linking corruption to the rule of law and to democracy. But rather than concentrate on the relationships among these critical variables, this research note focuses its attention on the intense debates in the literature over how to define these key concepts and the competing definitions. Analysis differentiates thin and thick definitions of each of the three concepts, highlights their shared emphasis on limiting state power and their use of vague criteria to demarcate the conceptual boundaries. Amid intense debate, all three essentially ground their li¬mits on state power on rather vague notions of justice, equality, or the common or public good. The main argument here is that in many cases this results in a con¬ceptual overlap and blurred boundaries. Depending on the definition employed, corruption can be seen as conceptually embedded within the notion of the rule of law which, in turn, is encompassed within our understanding of democracy. At one level, these common conceptual components potentially fashion tautologies and oxymora, complicating questions about the theoretical relationships among them: is it even possible for a country to have high levels of corruption and strong rule of law? Or high levels of corruption and yet still be considered democratic? At an empirical level, the conceptual overlap complicates the examination of such theoretical linkages because of endogeneity potential. I illustrate this pro¬blem briefly by noting how in some cases the indices of democracy encompass measures of the rule of law or corruption, and vice versa. The essay concludes by highlighting how disaggregating the concepts raises other interesting questions and analytical challenges.