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Pepe Álvarez Suárez
La digitalización y las nuevas realidades laborales emanadas de esta siguen el patrón de otras revoluciones tecnológicas. Desde el movimiento ludita al manifiesto comunista, pasando por los movimientos obreros y sindicales del siglo XIX, las personas trabajadoras siempre han tenido que pugnar para que el progreso tecnológico supusiese un verdadero provecho para toda la ciudadanía, y no solo para unos pocos. Al calor de una inédita confluencia de nuevas tecnologías disruptivas, con potencial para modificar hábitos, capacidades y cadenas de valor de extremo a extremo, se han ido articulando diversas tendencias laborales que vuelven a cuestionar derechos, garantías, salarios e incluso la dignidad de las personas trabajadoras. El binomio digitalización y trabajo no ha nacido equilibrado. Adolece de una inadmisible falta de contrapesos sociales, de una visión laboral integradora y equitativa, que concite los intereses de todos y no solo los de determinadas corporaciones
