El mar Mediterráneo, crisol de culturas y vehículo de comunicación e intercambio entre los pueblos que lo han poblado y pueblan desde hace muchos milenios, tiene un pasado geológico bastante más atormentado de lo que su realidad actual podría hacernos pensar. No todo el mundo sabe, por ejemplo, que en tiempos relativamente recientes a escala geológica, hace poco más de 5 millones de años, estuvo casi completamente seco, cuando su nivel bajó más de un kilómetro y medio respecto al actual. Luego se rellenó casi de golpe, en poco más de un año, al abrirse de forma literalmente instantánea lo que hoy conocemos como estrecho de Gibraltar, provocando una inmensa catarata de agua en forma de río con un caudal mil veces mayor que el del Amazonas en su tramo final. La historia geológica del Mare Nostrum, muy anterior a su gloriosa historia como cuna de las civilizaciones más antiguas de la humanidad, resulta del máximo interés porque explica algunas de las principales características que hacen que esta región del planeta sea hoy tan singular. En cambio, el hecho de que vaya a desaparecer en unos cuantos millones de años más, al quedar comprimido entre las placas africana e ibérica que se mueven la una deslizándose bajo la otra, no debe preocuparnos en absoluto; hay muchas otras amenazas a corto plazo, mucho más corto, que deben preocuparnos…