Ángel Enrique Garrido Maturano
Bernhard Welte ha sido, tal vez, uno de los filósofos de la religión más importantes que nos ha dado el siglo XX. La poco frecuente conjunción de sencillez estilística y profundidad conceptual que caracterizó a su pluma se vio reflejada no sólo en el tratamiento original de cuestiones vinculadas con la filosofía de la religión y la teología, sino también en el de temas centrales de la antropología filosófica, la metafísica, la filosofía de la educación y la cultura, etc. A su sólido conocimiento de la filosofía medieval, a la que se dedicó intensamente durante sus estudios de teología, le añadió su interés por los planteos de la filosofía fenomenológica y existencial del siglo XX, y muy especialmente por el pensamiento de Martin Heidegger. Su relectura de la tradición a partir de estos nuevos planteamientos filosóficos lo llevaron a desplegar una propia concepción fundamental tanto del ser de la realidad misma cuanto de la razón que intenta asirla. Se trata de una concepción que, a diferencia del cientificismo estrecho de la modernidad, que reducía la razón a la aplicación de las leyes lógicas a los conocimientos provistos por la ciencia natural y el ser de la realidad a lo empíricamente verificable, se abre al misterio que implica el hecho mismo de que haya ser, de que el ser se dé y a la posibilidad de la fe como relación privilegiada con el misterio.