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El presente artículo está dividido en dos partes. En la primera, hacemos el balance de 30 años tras los sismos de 1985; en la segunda, visualizamos los desastres previstos para el futuro, con el fin de proponer una agenda en materia de gestión de riesgos para los próximos 20 años. Es pertinente advertir que en el balance encontramos una serie de claroscuros: por un lado, ha habido avances, pero por otro, todavía hay retos y rezagos. Partiendo del concepto de “vulnerabilidad global” que plantea Wilches (1993), hacemos un breve análisis desde el punto de vista de la gestión de riesgos para contextualizar nuestro balance. Podemos decir que la vulnerabilidad educativa ha disminuido: es importante reconocer que se han generado más información y conciencia, sin embargo, ello no significa que exista un arraigo de una cultura de protección civil. En cuanto a la vulnerabilidad social, ahora somos mucho más vulnerables, los índices de marginación y de pobreza no han disminuido. Además, la calidad de vida ha empeorado en términos generales.
