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En un mundo complejo, pero a la vez frágil, hay la imperiosa necesidad de encontrar explicaciones para comprender y cuestionar la cotidianidad de la existencia humana en el marco de una antigua problemática no resuelta y de la aparición de nuevos problemas. Esto ha generado una gran incertidumbre en las ciencias sociales acerca de su capacidad de dar cuenta de la complejidad de la interacción humana en renovados escenarios sociales; de estas condiciones no escapa el Trabajo Social, el cual se ve inmerso en el repensar su desarrollo disciplinario, con énfasis en sus procesos de intervención que conllevan un compromiso y una corresponsabilidad con la sociedad. De esta manera, dimensionar la importancia del Trabajo Social como disciplina social guiada por los fines de la justicia social y la equidad social en pro de una calidad de vida digna, implica una nueva vinculación contractual, con una connotación de corresponsabilidad-compromiso-respeto, con y por la sociedad, para dar sentido a la sociedad misma, con y por el ser humano; y que independientemente de su campo de acción, los trabajadores sociales tengan la capacidad de transformar su pensamiento para aproximarse, entender, intervenir y compartir con el otro. La invocación de un renovado compromiso de Trabajo Social con los grupos humanos en interacción lleva a considerar la importancia de los aspectos éticos sobre los que debe fincarse esta relación disciplina/sociedad; y a las dimensiones ético-políticas y ético-teóricas en la formación académica de los trabajadores sociales, bajo la premisa de que la ética acompaña invariablemente la vida del ser humano y se identifica o contempla por los otros; el otro es quien reconoce una acción investida de ética, la cual debe significarse como factor de libertad y como un proceso de construcción del individuo con los otros, en una cooperación solidaria, escuchando al otro, al diferente y, por tanto, arribar a consensos sobre la base del diálogo y la argumentación. Por ello, el Trabajo Social requiere una renovación del pensamiento en la formación de sus profesionales, lo que nos lleva directamente a la cuestión de las dimensiones ético–teóricas y políticas de esta tarea de formación, superando la perspectiva simplificada de la realidad social; se requiere una nueva manera de vincular el conocimiento y la intervención, de articular los saberes, y de realizarlo desde una perspectiva transdisciplinaria, sin obviar que esta aún precisa estructurarse en plenitud, pero como tendencia teórica y metodológica en la formación de nuevas generaciones de trabajadores sociales, ofrece la posibilidad de concebir una disciplina de Trabajo Social sin exclusiones o sin falsas inclusiones, con un espíritu democrático y con el reconocimiento del trinomio corresponsabilidad-compromiso-respeto como sustento de su acción o su intervención. Así entonces, encontrar diferentes caminos en este nuevo contexto de complejidad y totalidad del tejido social que nos permitan diseñar paradigmas alternativos para enfrentar los problemas sociales con mayores posibilidades de éxito, impulsando modelos de atención con procesos de carácter incluyente de los diferentes actores sociales, para que nuestra profesión tenga viabilidad en los nuevos escenarios, en vías de un nuevo contrato ético con la sociedad, es la gran tarea y principal compromiso del Trabajo Social de cara a nuestra realidad.
In a complex, as well as fragile world, there is an overriding need to find explanation in order to question and understand the everyday life of human existence within a framework of an ancient and unsolved problem, along with the appearance of new issues. All this has created great uncertainty in social sciences regarding its capacity to show the complexity of human interaction among renewed social scenarios; social work, which does not escape from such conditions, is immersed in the rethinking of its disciplinary development, pointing out the intervention processes implying a commitment and a co-responsibility towards society.
In this way, scaling up the importance of social work, as a social discipline guided by the aims of social justice and social equity in the pursuit of a decent quality of life, entails a whole new contractual commitment within a coresponsibility-commitment-respect connotation in relation to and for the society; in order to make sense of the society itself, in relation to and for human beings and, regardless of its scope of action, social workers ought to have the ability to transform their way of thinking so as to approach, understand, intervene and share with others.
The calling of a renewed social work commitment to the interacting human groups, leads to bear in mind the importance of the ethical issues, over which the relationship discipline-society must be based; as well as the ethical-political and ethical-theoretical dimensions in the social worker’s academic training, under the premise that ethics unavoidably accompanies human life and it is either identified or contemplated by others; the other is the one who perceives an action invested with ethics, which means both, a freedom aspect and a building process of the individual with others, in a partnership cooperation, listening to the other and, consequently, reaching a consensus on the basis of dialogue and argumentation. Due to this, social work requires a renewal of thought in the formation of its professionals, which take us to the matter of ethical-theoretical and politics of such formation task, surpassing the simplified perspective of social reality; a new way of linking knowledge and intervention, articulating knowledge, and how to accomplish it, is needed; from a transdisciplinary angle, not ignoring the fact that it still requires to be fully structured but, as a theoretical and methodological propensity whenever new generations of social workers are under academic training, offering the opportunity of conceiving a social work discipline without exclusions or false inclusions, aiming for a democratic spirit supported by the trinomial coresponsibility-commitment-respect as the basis of its intervention and action.
Therefore, finding different pathways within this new complex context and entire social structure, allowing us to design alternative paradigms so as to deal with a more likely to succeed social problems, encouraging care models that include inclusive processes among different social actors, in order to grant viability in the upcoming scenarios for our profession, leading to anew ethical contract towards society, is a major task and main commitment of social work with regard to our reality.
