“El que alguna vez haya entrado en contacto con un auténtico filósofo se sentirá siempre atraído por él”, dijo alguna vez Bochenski y eso lo sucedió al Profesor Henry Solano, se encontró de manera personal con Don José Ortega y Gasset. Eligió a Ortega, quizás sin saberlo porque, como escribió Fichte, el fin supremo y último del hombre es la perfecta concordancia consigo mismo, y en las páginas del filósofo español halló lo que andaba buscando: un modo de pensar fiel a la realidad, que le permitiera saber a qué atenerse, como persona y como abogado.