Alberto Sanz Lobo
el sector fundacional ha experimentado en los últimos años, sobre todo a raíz del reconocimiento constitucional, un crecimiento y progresión que ha contribuido al desarrollo de la sociedad, por lo que el estudio de las entidades fundacionales que forman parte del sector haya sido objeto de interés por razones sociológicas, económicas y jurídicas. En un contexto económico como el actual, donde los recursos del Estado no son bastantes para sufragar los gastos que conlleva el estado de bienestar social, como puede ser investigación, educación, integración, inserción laboral o dependencia se hace necesaria la existencia de entidades sin ánimo de lucro que suplan estas carencias y ofrezcan sus servicios para complementar la acción del Estado.
Estudiar una fundación concreta, en nuestro caso, Fundación Universitaria Española, que se constituye en documento testamental en 1938, así como el régimen jurídico que afectaba a este tipo de instituciones, nos permite profundizar en los orígenes del entorno normativo fundacional y poder mostrar a otros investigadores el nacimiento y evolución de una entidad que, a pesar de constituirse en un período de “post-crisis” derivado del acoso y persecución al que se vieron sometidas años atrás, llegando prácticamente a la eliminación por completo de este tipo de instituciones, ha podido adaptarse y sobrevivir a los embates de la historia, siendo un claro ejemplo de adaptación a su entorno y a los cambios a lo largo del tiempo, manteniéndose siempre fiel al cumplimiento de sus fines fundacionales de divulgación y apoyo a la cultura, y que en la actualidad sigue cumpliendo con ese propósito.