Este artículo analiza críticamente Zoopolis, obra que propone un marco político para normativizar las relaciones entre los seres humanos y los animales. Cuando se dan en una comunidad, acoge a los animales bajo los conceptos de “ciudadanía” y “residencia”. Si surgen entre sociedades, les otorga “soberanía”. Sin embargo, el paralelismo buscado entre ambas propuestas conduce a contradicciones. Algunos críticos proponen un enfoque cosmopolita como alternativa, pero cae en un error conceptual evitado por Zoopolis: la disolución de la frontera entre deberes políticos y acciones morales hacia los animales. El enfoque “poscosmopolita” parece el más adecuado para salvar esta situación