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Sebastian Benedikt
A pesar de la disminución de las llegadas, las rutas migratorias hacia Europa siguen abiertas y cientos de personas llegan cada mes. Italia está sobrecargada por los flujos migratorios y surgen asentamientos informales como refugios alternativos. Mientras las llegadas por mar centran la atención, el silencio es sepulcral sobre lo que sucede en el norte de Italia. Este artículo arroja luz sobre la informalidad migratoria en las regiones septentrionales desde la perspectiva de los derechos humanos. Para ello, se ha realizado una investigación etnográfica en las fronteras con Austria y Francia. Los migrantes abandonan y salen del sistema de acogida debido a la congestión y a las deplorables condiciones de vida. Están expuestos a la violencia, la delincuencia, la represión y los riesgos naturales. Los migrantes presentan un alto nivel de movilidad y sufren una creciente marginación y vulnerabilidad. La respuesta institucional son desalojos y traslados forzosos, lo que conduce a un círculo vicioso de informalidad. La situación de los migrantes en Italia no respeta los derechos humanos y deja de lado el derecho internacional.
Despite the decrease of arrivals, the routes of migration to Europe are still open and hundreds arrive every month. Italy is overstrained with the migratory influx and informal settlements are emerging as alternative shelters. While boat crossings attract attention, silence prevails over what happens in northern Italy. This article sheds light into informality in northern Italian regions and analyses the living realities from a human rights perspective. For that, an ethnographic research was conducted on the Austrian and French borders. Migrants drop and step-out of the reception system due to the congestion and the deplorable living conditions. They are exposed to violence, criminality, repression and natural hazards; they are highly mobile and suffering increasing marginalization and vulnerability. The institutional answer consists in forced evictions and transfers, leading into a vicious circle of informality. The living realities migrants encounter in Italy are not in line with fundamental human rights and contradict international law.
