El autor analiza la propuesta consistente en imponer como obligatoria la mediación para resolver gran número de problemas jurídicos, que de esta forma no llegarían a los juzgados y, levantando el secreto de lo mediado, solo entrarían a conocer de los extremos no resueltos en aquélla. En opinión del autor, la mediación es útil para lo que es, conflictos familiares o humanos sin apenas contenido jurídico, y aquí está acotado su campo de acción. Pretender extenderla a casos de cierta enjundia jurídica, es desnaturalizarla. Querer imponerla obligatoriamente, es ignorar por completo el trabajo previo negociador de los abogados, antes de iniciar cualquier litigio. Y pretender levantar su secreto, privarla de la libertad de forma que constituye su esencia, convirtiéndola en defensiva, es decir, inútil.