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La COP25 de Madrid tuvo lugar en un contexto geopolítico complejo. Pese a las dificultades iniciales, marcadas por la renuncia de Chile a albergar este encuentro, esta cumbre ha demostrado el compromiso de la comunidad internacional con el multilateralismo. Su principal acuerdo, conocido como “Chile-Madrid Tiempo de Actuar” sienta las bases para que, en 2020, los países presenten planes de lucha contra el cambio climático más ambiciosos a los actuales para responder a la emergencia climática en línea con las demandas de la ciencia.
Madrid ha supuesto un cambio de ciclo en la agenda de la negociación. A partir de ahora, los esfuerzos deben centrarse en la implementación de los compromisos en materia de clima ya adoptados y en la transversalización de la agenda climática que está llegando, progresivamente, a actores más allá de los Gobiernos.
2020 es el primer examen al que se enfrenta el Acuerdo de París. La COP26 de Glasgow debe demostrar que los países responden a esta emergencia con mayores compromisos de reducción de emisiones.
