Este trabajo tiene una doble pretensión, la primera rendir el homenaje que merecen los humildes legisladores del Sexenio democrático, particularmente los del año 1870 y 1872, por haber promulgado leyes “provisionales” que resultaron ser más que centenarias y manteniendo una de ellas -la ley del indulto- su vigencia, leyes que además, particularmente la reguladora del Poder judicial y la de enjuiciamiento criminal, siguen teniendo una “vigencia material”. Y la segunda pretensión es instar a los políticos a que asuman la necesidad inaplazable de protagonizar una Segunda revolución de la Justicia que requiere un gran pacto de Estado de la mayoría de las fuerzas políticas, dada su importancia y la necesidad de fijar un periodo de elaboración e implementación de varios años, primero con un breve pero intenso periodo de preparación y discusión en un escenario académico y forense que termine en un “Libro blanco” , y después elaborando la leyes e implementándolas ordenadamente.