Las difíciles circunstancias en Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial, marcadas por la parálisis económica y el racionamiento de alimentos y combustibles, una efervescencia política que incluía la pujanza electoral de los partidos comunistas en Francia e Italia, el temor al gigantesco Ejército Rojo y la consiguiente dependencia respecto a Estados Unidos, llevaron a la firma del Tratado de Washington en abril de 1949. Con él se creaba una alianza defensiva eminentemente política entre Estados de ambos lados del Atlántico Norte que, sin embargo, carecía de estructura militar propia y permanente. Pero la prueba de la primera bomba atómica soviética, la victoria comunista en China y el estallido de la guerra de Corea llevaron a la decisión, en diciembre de 1950, de crear un Cuartel General Aliado en Europa (SHAPE) a cuyo frente se puso al general estadounidense Dwight D. Eisenhower, con el cargo de comandante supremo aliado (SACEUR). En apenas dos años iba a convertirse en una formidable organización militar multinacional1.