El primer escenario posible para la Unión Europea es de retrocesos. Aunque todavía no se han dado y no es deseable que se produzcan, se observa cierta tendencia a la tentación nacional-populista en muchos países. Una Unión Europea reducida en su marco competencial actual no aportaría soluciones a los retos globales que es necesario afrontar conjuntamente, tales como armonizar los sistemas fiscales de la Unión , poner en común mecanismos europeos para la gestión de las migraciones y establecer estándares europeos para combatir de una manera efectiva la desigualdad social. De darse este escenario, la capacidad para actuar colectivamente se vería mermada, así como la voz de Europa en el mundo.