La corrupción es un fenómeno cada vez más estudiado en nuestro entorno. Las diferentes formas de cometer actos de corrupción, así como de obtener beneficios injustos como consecuencia de dichos actos, ocupan páginas y páginas en la literatura tanto jurídica como de gestión de riesgos, y es protagonista en innumerables foros y congresos de expertos. Y, sin embargo, hoy en día, todavía seguimos construyendo una metodología lo más unificada posible para ganar esta batalla. A este respecto, las siguientes líneas tan sólo pretenden abrir el debate sobre si la utilización de sectores para valorar el riesgo de aparición de corrupción en una organización resulta una buena metodología o si, por el contrario, podemos considerarla superada.