El imparable desarrollo de la economía de plataformas digitales, capaz de revolucionar sectores económicos tan consolidados como el taxi o la mensajería, plantea nuevos retos en el campo del derecho, que todavía no ha tenido tiempo de adaptarse al modelo de negocio de estas exitosas empresas, que, pese a no fabricar ningún producto ni prestar ningún servicio, determinan las condiciones en las que éstos se comercializan frente a millones de usuarios.