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Oscar Hernández Alvarez
En el trabajo se parte de considerar que la seguridad social es gravemente deficitaria en la América Latina, no sólo por su baja cobertura, sino porque, en general las prestaciones son insuficientes, los pagos suelen ser tardíos y algunas contingencias no están adecuadamente cubiertas. Esta situación precaria crea un círculo vicioso: la precariedad se debe en buena parte a la baja cobertura, pero al mismo tiempo desincentiva la afiliación. Se observa como en los recientes años se han alcanzado importantes éxitos en aspectos como la disminución de la pobreza y mejoras en la salud, pero que, sin embargo, ello no ha comportado un aumento proporcional de la cobertura de la seguridad social.
En materia de pensiones y ante las deficiencias del modelo tradicional de reparto, algunos sectores, especialmente empresariales, con el apoyo de los organismos financieros internacionales han promovido los sistemas de financiamiento individual en los cuales cada trabajador financia y crea un fondo particular, administrado por entidades privadas previamente autorizadas, las cuales invierten dichos fondos en los mercados financieros y otorgan a los beneficiarios una pensión en su vejez, cuyo monto no está previamente definido sino que se determina en función de los resultados de la inversión, de manera que tanto el costo del sistema como sus riesgos se trasladan al trabajador. Ello ha generado una serie de críticas a los sistemas privados, los cuales, por otra parte, han sido promovidos intensamente por sus propulsores. Esta controversia ha determinado que la alternativa entre solidaridad o financiamiento individual sea el gran tema del debate sobre seguridad social en América Latina.
El autor examina las bondades y defectos de los sistemas de reparto y de financiamiento individual y concluye que la necesidad de superar las deficiencias del sistema tradicional, no puede llevar a dejar a un lado la finalidad esencial de un sistema de pensiones, la cual es lograr que la generalidad de las personas de la tercera edad de una determinada sociedad puedan obtener, de una manera viable y permanente, los recursos necesarios para vivir una vejez digna., de manera que si un sistema de pensiones no cumple tal finalidad, no será adecuado, así constituya un elemento importante para el crecimiento económico.
In the work, it is considered that social security is gravely deficient in Latin America, not only due to low coverage rates, but also, because the benefits are insufficient, payments tend to be tardy, and some contingencies are not adequately covered. This precarious situation creates a vicious cycle: The precariousness is due in good part to low coverage but at the same time discourages affiliation. It can be observed how in recent years important successes in aspects such as reduction of poverty and improvements in health have been reached, however, this has not resulted in a proportional increase in coverage and social security.
In regard to pensions and deficiencies of the traditional distribution model, some sectors, especially businesses, with the support of international financial organisms, have promoted systems of individual financing systems in which each worker creates and finances a particular fund, administered by previously authorized private entities, which invest said funds in the financial markets and grant the beneficiaries a pension in their old age, the amount is not previously defined but instead is determined by the results of the investment, so that cost of the system as well as its risks are passed onto the worker. This has resulted in a series of criticism to private systems, who, on the other hand, have been intensely promoted by its proponents. This controversy has determined that the alternative between solidarity or individual financing be the great topic of debate regarding social security in Latin America. The author examines the benefits and shortcomings of the distribution and individual financing systems and concludes that the need to overcome the shortcomings of the traditional system, cannot set aside the essential purpose of a pension system, which is to achieve that the general elderly population of a certain society be able to obtain, in a permanent and viable way, the resources necessary to live a dignified old age, so that if a pension system does not achieve said purpose, it is not adequate, even if it constitutes an important element for economic growth.
