Europa necesita un nuevo rumbo. Tenemos un amplio programa de cambio para hacer de ella un lugar amable, donde convivan personas, pueblos y comunidades diversas.
Transformar las políticas de la Unión Europea para mejorar la vida de la ciudadanía mediante la gestión pública de los bienes y servicios comunes, así como eliminar las desigualdades socioeconómicas y de género, es lo que mueve la política europea de Unidas Podemos. Lo común y los cuidados son los ejes vertebradores del trabajo que nos planteamos en la Europa que viene. Una Unión que haga la vida diaria mejor para todos y todas, en toda nuestra diversidad y con independencia de nuestro origen.
Estamos en contra del rumbo y naturaleza actual de la construcción del proyecto europeo. A base de recortar derechos, privatizar servicios públicos, fomentar la competencia a la baja y la agresividad militar y comercial para competir en un marco global muy disputado, se han generado fracturas sociales y territoriales que han sido ocupadas por ese nacionalismo xenófobo y reaccionario que emerge por todas partes. Nuestra apuesta, que compartimos con las fuerzas del cambio en la alianza europea Ahora el Pueblo, es darle la vuelta a esta Unión. Superar los tratados “austericidas” que la rigen y apostar por un enfoque europeísta, alejado tanto de sueños eurorreformistas como de derivas chovinistas. Para ello estamos sumando fuerzas, de manera que, si un Estado miembro elige un gobierno de cambio, no vuelva a repetirse la experiencia griega. Otra Europa requiere una nueva correlación de fuerzas en todos sus Estados, dentro y fuera de sus instituciones.
Todo esto implica devolver a la ciudadanía su protagonismo en la política europea. La opacidad y la falta de transparencia en el proceso de elaboración de las leyes y la toma de decisiones en la UE son algunos de los factores que explican la desafección que Europa ha generado entre la gente. Existen distancias enormes entre ciudadanos e instituciones europeas, entre sus necesidades y las normas que regulan sus vidas. Por eso consideramos imprescindible la convocatoria de un proceso constituyente europeo, vertebrado por la participación democrática y popular, que dote de iniciativa legislativa al Parlamento Europeo, que proteja a las mayorías frente a la concentración del poder y la riqueza de las grandes corporaciones, y que articule una moción de censura a la Comisión Europea o a alguno de sus comisarios cuando se den determinadas circunstancias.
Economía, feminismo y migraciones en la UE Para lograr esa Unión Europea, defenderemos una carta democrática europea vinculante para todos los países miembros, que contemple la adopción de medidas y mecanismos de participación ciudadana en la toma de decisiones, en su gestión y necesario control democrático. Queremos una Europa que incluya a los perdedores de la globalización, apostando por una democratización de la economía, que incorpore en la misión del Banco Central Europeo la previsión de ataques especulativos y garantizar la financiación de los Estados a través de la compra directa de deuda pública en el mercado primario, sin limitaciones. De hecho, la reforma de la zona euro debe incluir al menos tres objetivos básicos: desarrollar una verdadera capacidad de estabilización de las economías de la unión monetaria para hacer frente a cualquier tipo de shock; favorecer su transformación productiva, de forma que sea posible la convergencia real entre los distintos territorios para hacer frente a retos como el cambio climático o la digitalización; y reducir las desigualdades sociales y económicas agravadas por la gestión de la crisis durante estos últimos años, incluida la brecha de género.
Reivindicamos los feminismos porque significan elegir un proyecto de sociedad que cuida y libera sin dejar a nadie atrás, independientemente de su género, edad, origen, situación laboral u orientación sexual. Un proyecto que garantice la implementación de la Carta Europea de Derechos Humanos y el Convenio de Estambul desde una óptica integral, con una mirada feminista e interseccional. Esto no puede lograrse sin la transversalidad del análisis y las propuestas feministas en todas las políticas e instituciones europeas. No hablamos solo de que haya más mujeres en puestos claves, sino de crear un entramado institucional que vele por nuestros derechos, por la sostenibilidad de nuestras vidas y la protección del medio ambiente.
Queremos una Europa comprometida con una política migratoria que garantice los derechos de las personas migrantes y que este planteamiento lidere la UE, frente a los discursos del miedo, la criminalización del diferente y la externalización de fronteras. Nos preocupan las posiciones de países como Estados Unidos, Austria, Hungría, Polonia, República Checa, Estonia o Bulgaria, que no han apoyado el Pacto Global por la Migración de Marrakech por considerarlo una pérdida de soberanía.