Helsinki, Finlandia
Este artículo defiende una interpretación formalista del pensamiento posterior de Wittgenstein sobre la música comparándolo con el formalismo musical de Eduard Hanslick. Con ese fin, reconsidera un desacuerdo que he tenido con Bela Szabados. Este, en su libro Wittgenstein as a Philosophical Tone-Poet, afirma que la atribución de formalismo oscurece el papel que la música desempeñó en el desarrollo del pensamiento de Wittgenstein. El artículo estudia en detalle los cuatro argumentos que Szabados presenta para defender su tesis, que conciernen a supuestas diferencias entre Wittgenstein y Hanslick sobre sus enfoques de la teoría, la belleza, las reglas y la importancia en general de la música. Argumentaré que en cada caso las semejanzas entre los puntos de vista de Wittgenstein y Hanslick eclipsan las posibles diferencias. En última instancia, argumentaré que en lugar de presentar la música como un fenómeno marginal adecuado para el mero entretenimiento, el formalismo —tal y como es presentado por Hanslick y Wittgenstein, a quienes entiendo bajo la influencia de la estética de Kant— subraya la habilidad de la música para mostrar características fundamentales de la realidad y de nuestra relación con ella. La música es capaz de hacer esto precisamente al ser tratada como un medio sensual pero estructurado que es irreductible a cualquier campo determinado conceptualmente
This article defends a formalist interpretation of Wittgenstein’s later thought on music by comparing it with Eduard Hanslick’s musical formalism. In doing so, it returns to a disagreement I have had with Bela Szabados who, in his book Wittgenstein as a Philosophical Tone-Poet, claims that the attribution of formalism obscures the role that music played in the development of Wittgenstein’s thought. The paper scrutinizes the four arguments Szabados presents to defend his claim, pertaining to alleged differences between Wittgenstein and Hanslick on their accounts of theory, beauty, rules, and the broader significance of music. I will argue that in each case the similarities between Wittgenstein’s and Hanslick’s respective views outshine possible differences. Ultimately, I will argue that instead of rendering music a marginal phenomenon suited for mere entertainment, formalism –as presented by Hanslick and Wittgenstein, whom I read as influenced by Kant’s aesthetics– underscores music’s ability to show fundamental features of reality and our relation to it. Music does this precisely as a sensuous yet structured medium that is irreducible to any conceptually determined domain