Ante semejante pregunta, la primera reacción instintiva de cualquier persona podría ser intentar sacar una bola de cristal de su chaqueta y, directamente, ver el futuro a través de ella. Esta respuesta es más lógica de lo que puede parecer a simple vista, ya que en ella se intuye la enorme complejidad de realizar una predicción con tanto margen de tiempo, de manera justifi cada y, además, acertar en lo más mínimo. La incertidumbre a la que se somete cualquier tipo de proyección histórica podría compararse a “la niebla de la guerra”. Dicho término, acuñado por el militar e historiador prusiano Carl von Clausewitz en el siglo XIX, se refi ere a la difi cultad de la conducción de cualquier acción militar debida principalmente a dos factores:
la falta de información y la situación de estrés de combate.