El caballo en su estado natural, está acostumbrado a vivir en comunidad, lo que hace de él un animal social. Los caballos domesticados y estabulados, necesitan satisfacer esa necesidad de relacionarse supliendo su falta de contacto con otros animales de su especie, mediante el trato frecuente con las personas que cuidan de ellos. El cuidador puede y debe hacerlo al tiempo que lleva a cabo otras actividades como la alimentación, limpieza, ejercicio, baño, etc.
El cuidador de un caballo debe ser consciente de que es responsable de su bienestar. Es un trabajo duro, que va mucho más allá del compromiso de garantizarle cuadra, alimento, equipamiento y sanidad. No podrá hacerlo adecuadamente si desconoce las necesidades físicas y mentales de su caballo: lo que le dicta su instinto natural.
Por instinto de supervivencia, el caballo tiende a huir cuando se siente amenazado. Cuando crece su confi anza en su jinete o cuidador, su temor es menor y puede incluso llegar a vencerlo. Además, el caballo, como todos los seres vivos, necesita comer y beber. En su estado natural o salvaje, se pasa pastando la mayor parte del día; pero el caballo estabulado no puede hacerlo, por lo que hay que procurar que tenga alimento al alcance cuando lo demande, e intentar que se alimente fuera de la cuadra siempre que sea posible. Así mismo, si el caballo realiza ejercicio extra, necesitará algo más que hierba o heno para alimentarse, normalmente algún tipo de pienso.
Otro factor importante en el caballo, es que su instinto natural le hace obedecer el orden jerárquico dentro de la manada. De su compañero humano depende que el caballo lo sitúe en el lugar adecuado, es decir, en el de un líder al que seguir y en el que confi ar. Pero tampoco es bueno que esa jerarquía se establezca por miedo al castigo, porque ello rompe unos lazos afectivos imprescindibles para la salud mental del caballo.
En cualquier caso, un buen cuidador debe superar el aburrimiento de lo obligadamente repetitivo, para establecer lazos cada vez más fi rmes con el caballo. Un caballo solitario, cuidado sin afecto, tiende a desarrollar hábitos perjudiciales tanto para él como para quien lo monte por trabajo o afi ción.