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Stéphane Lefebvre
Este artículo examina, a través de documentos legales, las racionalidades que habitualmente dan legitimidad al secreto de estado desde el punto de vista de los guardianes de los secretos. Estas racionalidades cubren la protección de los oficiales de inteligencia, fuentes y métodos, la eficacia de las agencias de inteligencia, las relaciones internacionales de inteligencia y frente al efecto de un mosaico de información revelada. Se concluye que el discurso de los custodios secretos sobre las razones que justifican la protección de los secretos de estado de la revelación es directo, bastante poco sofisticado y sin apoyo de evidencia detallada y convincente de apoyo: se centra en la identificación de posibles riesgos asociados con las revelaciones en general, pero estos riesgos rara vez son específicos en términos de relación causa-efecto. El discurso de los guardianes secretos, por lo tanto, es creíble, pero solo hasta un punto. Sin embargo, es dominante y obligatorio porque tiene toda la fuerza del Estado detrás de él, incluyendo el jefe de estado, y porque, en última instancia, es la responsabilidad del estado proteger a sus ciudadanos de daños.
This article examines, through legal documents, the rationalities that regularly give legitimacy to state secrecy from the point of view of the secret keepers. These rationalities cover the protection of intelligence officers, sources and methods, the effectiveness of intelligence agencies, international intelligence relationships, and against the effect of a mosaic of disclosed information. It concludes that the discourse of secret keepers concerning the reasons justifying the protection of state secrets from disclosure is straightforward, rather unsophisticated, and unburdened with detailed and convincing supporting evidence: it focuses on identifying possible risks associated with disclosures in general, but these risks are rarely specific in terms of a cause-to-effect relationship. The discourse of secret keepers, therefore, is credible, but only up to a point. It is nonetheless governing and commanding because it has the full force of the state behind it, up to and including the head of state, and because, ultimately, it is the responsibility of the state to protect its citizens from harm.
