Es imprescindible recomponer la correspondencia entre la entidad de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día y los esfuerzos ideológico-políticos desde los que seremos capaces de confrontarlos y superarlos. Hay que reivindicar e impulsar grandes proyectos y utopías políticas de lo posible y de lo necesario, desde las universidades, desde los medios de comunicación social y, sobre todo, desde los partidos políticos, los sindicatos y los nuevos y viejos movimientos sociales. Con ambición y con rigor. Y, sobre todo, con urgencia, antes de que sea demasiado tarde y nos veamos arrastrados por las inercias del pesimismo resignado, del fatalismo entreguista y de la antipoítica atomizadora.