El artículo aborda las complejidades de la práctica etnográfica entendida como “teoría vivida (Peirano, 2008) y profundiza en un concepto que comenzó a tomar centralidad a partir de los años 80 en el campo de las ciencias sociales y que continúa suscitando debates al día de hoy: el de “reflexividad”. Desde la revisión de la propia trayectoria en etnografía, centrada en la antropología de la violencia y los conflicto sociopolíticos, el mismo indaga en cómo se desarrolla y transmite una “disposición reflexiva” en la construcción de los datos etnográficos. Finalmente, a borda las tensiones epistemológicas, étnicas y políticas que atraviesan la perspectiva del investigador en la construcción de conocimientos en ciencias sociales.