En los cuarenta años de dictadura franquista, desde el final de la guerra hasta la muerte del dictador en 1975, la represión ininterrumpida se llevó a cabo con una crueldad extrema y meticulosa.
Los análisis o estudios que se han realizado sobre este hecho han sido bloquea-dos y silenciados, por supuesto por el régimen de Franco, pero también por los distintos gobiernos de la democracia, negándose, unos y otros a cerrar esa terrible herida abierta por el dictador, cuya expresión más sangrante son los más de 120.000 asesinados y enterrados en las fosas comunes y el rechazo sistemático a las demandas de los expresos y represaliados políticos, negando cualquier reconocimiento por parte del estado a tanta generosidad en defensa de la libertad y la democracia.
Debemos reflexionar sobre el hecho de que toda la lucha actual por la recuperación de la memoria histórica por tantas organizaciones, con todo lo que tiene de admirable, no llega sino a una mínima parte de la sociedad.
Orientar todos nuestros esfuerzos unitariamente a ampliar esa comunicación con la sociedad debería ser, en mi opinión, una tarea a corto y medio plazo que deberíamos proponernos.