Cuando, el 23 de junio de 2016, los electores británicos otorgaron una mayoría (un 51,8%) al voto del leave, se pronunciaron a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), el brexit. Todo había comenzado con una maniobra cínica de David Cameron: al organizar una consulta a la que no estaba obligado, el primer ministro conservador (él mismo favorable a la pertenencia a la UE) quería sobre todo desarmar a los sectores fuertemente eurófobos de su propio partido.