Desde la revolución industrial del siglo XIX, la retórica del “impacto” y del “efecto inducido” de los transportes sobre la urbanización y la planificación no ha dejado de acompañar al desarrollo de las infraestructuras de comunicación. Sin embargo, la demostración de la validez de la relación no ha sido efectuada. Investigar la influencia de la puesta en marcha de un equipamiento sobre la economía de un territorio plantea enormes problemas metodológicos. Los trabajos empíricos rigurosos no muestran, en el mejor de los casos, sino una amplificación y una aceleración de las tendencias preexistentes. Si el mito de los efectos estructurantes perdura, es por el uso político que se hace de él en los procesos de decisión y en los procedimientos de evaluación ex ante de los grandes proyectos.
Beginning with the industrial revolution during the 19th century, the rhetoric of “impact” and the “induced effect” of transportation on urban planning and development has continuously accompanied the development of communication infrastructures. However, a demonstration of the validity of this relationship has yet to be produced. Evaluating the influence of the operational implementation of a particular kind of equipment on the economics of a territory poses enormous methodological problems. Even the most rigorous empirical studies can only be used to confirm the amplification and acceleration of pre-existing tendencies. The persistence of the myth of “structuring effects” can in fact be explained by the political utilization of the notion for decision-making and in evaluation procedures at the outset of important urban projects.