Las portadas de revista que prometían un futuro radiante a Brasil parecen haber quedado muy atrás. Sacudido por una oleada de violencia, como el asesinato de la concejala de izquierdas Marielle Franco, el país más grande de Sudamérica multiplica las rupturas con el orden constitucional. Hasta el punto de que algunos derechos adquiridos tras el final de la dictadura, en 1985, parecen estar amenazados hoy en día, comenzando por la libertad de expresión y la de elegir a los dirigentes.